¡Bienvenido al corazón de la bodega! Desde tiempos inmemoriales, nuestra familia ha trabajado la tierra con pasión, cultivando viñedos, olivos y cereales. Este legado agrícola ha sido transmitido de padres a hijos, que con conocimiento y compromiso a esta noble tarea, hemos conseguido una mezcla única entre tradición e innovación.
Hoy en día, contamos con mas de 500 hectáreas distribuidas en un 40% de viñedos, un 10% de olivar y un 50% de cereal. Cada parcela es testimonio del esfuerzo y la dedicación familiar por mantener y mejorar la calidad de nuestros productos. A través de los años, hemos aprendido que la excelencia no es un objetivo, sino un camino que se recorre con paciencia, amor y respeto por la naturaleza.
En las laderas del monte de Monjardin, nuestros viñedos prosperan bajo un clima continental frío, recibiendo más de 600 litros de lluvia al año y breves episodios de nieve. Al norte, las imponentes sierras de Urbasa y Andía protegen nuestro valle, filtrando las influencias atlánticas y creando un mesoclima único a una altitud cercana a los 650 metros sobre el nivel del mar, lo que genera elevadas variaciones térmicas diarias.
Nuestro terroir se define por suelos franco-arcillosos con arcillas ferrosas que tiñen la tierra de un rojo especial. Son suelos poco profundos que reducen el vigor de nuestras vides. Todo ello proporciona condiciones óptimas para elaborar vinos de intensos aroma, frescura y buena acidez. El resultado son excepcionales Chardonnays, espumosos y grandes reservas, reflejando el carácter único de nuestra tierra.
En las soleadas laderas sur del monte «La Raicilla», en la zona oriental de Villamayor de Monjardín, junto a Los Arcos, cultivamos viñedos estratégicamente orientados al sol para elaborar tintos de crianza. Con una altitud de alrededor de 500 metros, experimentamos un clima frío con 500 litros de lluvia anual y pocas nevadas. Nuestro terroir se compone de suelos franco-arenosos que favorecen el desarrollo radicular de las vides, adaptándose bien a los veranos secos sin riego.
La intensa exposición solar, junto con el terroir y el mesoclima es una combinación ideal que resulta en tintos con cosechas de bajo rendimiento, una acidez excepcional y una maduración óptima de las uvas. Esto se traduce en vinos tintos de crianza que destacan por su notable profundidad y complejidad.
Nos encontramos en Olite, una región vitivinícola de gran renombre, donde cultivamos las variedades tintas más autóctonas y tradicionales de navarra que son la Garnacha y el Tempranillo. Con un clima mediterráneo templado caracterizado por veranos cálidos y secos, y una mínima precipitación estival, las estaciones equinocciales suelen ser breves y con fuertes cambios de temperatura, generando Cierzo con frecuencia. Situada a 400 metros sobre el nivel del mar, Olite experimenta aproximadamente 450 litros de lluvia al año.
El terroir de Olite está compuesto por suelos de texturas francas finas o limosas sobre capas de margas y areniscas del terciario continental, enriquecidos con cantos rodados que mantienen el calor durante la noche, esencial para una maduración óptima de las uvas tintas. Estas condiciones ideales proporcionan vinos tintos de carácter redondo y afrutado, reflejando la autenticidad de la Ribera Alta de Navarra.
En Honor a San Esteban de Deyo, hemos nombrado a nuestro viñedo mas especial Deyo. Un merlot de casi 40 años de edad que ha llegado al maximo de su expresión. Situado en las faldas de Monjardin a casi 700mtrs de altura nos produce unas uvas de gran calidad, probablemente de los mejores Merlots de España